viernes, 17 de agosto de 2012

El básquet de patio de colegio


Cuando, mientras intentaba conciliar el sueño cada noche, imaginaba cómo sería mi trabajo en Collique, nunca venían a mi mente imágenes de un patio de colegio rodeada de niños y niñas y balones de básquet. A pesar de que es muy habitual encontrarme en esa situación en mi rutina diaria, nunca pensé que iba a poder realizar una de mis mayores pasiones mientras vivía una experiencia única y tan importante para mi aprendizaje.

Empecé a jugar a baloncesto con 11 años, y 5 años después comencé a ayudar a entrenadores con los más pequeños. Mi vida está estrechamente ligada a un balón naranja. Además, decidí estudiar magisterio de Educación Física porque creo que la educación deportiva es fundamental para el desarrollo integral de los niños y niñas.

Una vez ubicada, y comenzada mi adaptación a Collique, fuimos al colegio Fe y Alegría 11, y allí me comunicaron que querían armar un equipo de básquet para así poder competir con otros colegios en un futuro no muy lejano. ¡Casi nada! Iba a ser la encargada de plantar la semilla que lleva 16 años germinando en mí. A priori puede parecer una tontería pero, sabiendo la importancia que ha tenido este deporte en mi crecimiento y maduración, después de la sorpresa inicial tuve una sensación de nervios y responsabilidad que me duró varios días.


La primera toma de contacto con mis nuev@s jugador@s fue a través de una presentación de power point donde intenté acercarles muy brevemente en qué consiste el deporte. Además, les enseñé fotos de mis niñas (el equipo que entrenó en Getxo) y mías para que tuvieran una referencia más cercana.

Hechas las presentaciones, llegó la hora de empezar lo bonito de verdad: el ruido del bote del balón. Puedo confirmar que l@s niñ@s son niñ@s, da igual que sean vascos o estés en Perú. Atent@s a las primeras indicaciones, expectantes, receptiv@s y llen@s de energía. Para cuando me di cuenta quedaba sólo media hora, ¡ya habían pasado dos horas y media! El tiempo pasa volando cuando disfrutas de tu trabajo.

En uno de los tantos autobuses que hemos cogido para conocer un poco el país, me di cuenta que mis inicios en el básquet no distan mucho del que están teniendo l@s alumn@s de Fe y Alegría 11. Yo también empecé a jugar con mis amigas de clase y también lo hice en el patio de colegio. El baloncesto se vuelve aun más bonito cuando el entorno no es el más favorable para practicarlo, y aun así la ilusión por hacerlo es enorme. No me acuerdo muy bien qué se sentía cuando me pasé el balón entre las piernas por primera vez o cuando la primera entrada acabó en canasta, pero viendo las caras de Pedro, Alison, Jeremi o Alejandra, me puedo imaginar cómo es.

¡Larga vida al baloncesto!

Aitziber.




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